Igualdad digital con la tecnología enfocada en la accesibilidad

Miguel Barraza

 

Cuando miramos películas futuristas nos imaginamos extraordinarias máquinas y sistemas avanzados, ¿pero hemos observado ya lo que nos rodea en el día a día? Y nos hemos detenido a preguntar: ¿Cómo llegamos a esos avances? Todavía no llegamos a tener autos voladores ni a vivir en otros planetas, pero sí a dispositivos electrónicos que nos hablan y nos escuchan, potentes sistemas con Inteligencia Artificial (IA) que nos facilitan el día a día, máquinas que aprenden y nos recomiendan películas, amigos, un camino para guiar nuestro aprendizaje. Pero toda esta evolución empezó a generar una brecha, a dejar afuera a personas que no se adaptan a esos cambios, a personas con discapacidad o que tienen alguna dificultad, a aquellas que simplemente no entran en un estándar. Cabe preguntarse si ese estándar nos incluye a todos. Cuando intentamos responder a esta pregunta es cuando empezamos a hablar de “accesibilidad”, lograr inclusión y generar las mismas oportunidades.

En cada avance tecnológico ponderamos lo más importante, la humanidad, cómo incluir a todos y cómo mejorar la calidad de vida. Por eso, en este artículo revisaremos cuatro grandes avances tecnológicos, cómo se originó cada uno de ellos y qué impacto generaron esos cambios en la sociedad de hoy y en las personas con discapacidad.

Vamos a comenzar hablando del reconocimiento de voz. Revisemos un poco de historia. Cuando en 1870 Alexander Graham Bell quiso desarrollar un dispositivo capaz de proporcionar la palabra visible para las personas sordas, no pudo hacerlo; sin embargo, a partir de esta búsqueda desarrolló el teléfono. Esta gran idea tuvo lugar después de haber dado clase a personas sordas en los Estados Unidos, y sus investigaciones se orientaron hacia la transmisión del habla. Dichas investigaciones desembocaron en inventos grandiosos, entre los cuales podemos destacar: el audiómetro (utilizado para medir la agudeza del oído) y la balanza de inducción (utilizada para localizar objetos metálicos en el cuerpo humano). Para honrar sus contribuciones a la acústica, la unidad estándar para la intensidad de las ondas sonoras se denominó “bel” en la década de 1920.

El reconocimiento de voz humana es un gran campo de estudio en el mundo tecnológico, donde se intenta que los dispositivos puedan reconocer órdenes y automatizar acciones. Pero, ¿cuál fue el primer dispositivo capaz de reconocer voz humana? Podemos decir que la primera máquina fue un perro de juguete –“Radio Rex”– que avanzaba cuando percibía un tono de 500 hz, que coincidía con el primer formante de la pronunciación de la palabra “Rex”, por lo que parecía que caminaba cuando se decía su nombre.

Dos procesos vitales en la comunicación de los seres humanos son el habla y la escucha y, para mejorar la comunicación con las máquinas, se las tendría que dotar de esas capacidades. En algunas mentes brillantes proliferó la idea de que las máquinas hablen, que nos puedan transmitir mensajes o que nos puedan leer información. Esta tecnología se llama sintetizador de voz, es la producción artificial del habla. También se la conoce como sistema text-to-speech (TTS), de texto a habla. Consta de procesos informáticos que convierten un texto en sonidos fonéticos, para simular la lectura de una voz humana.

Hagamos historia, repasemos cómo se llegó a esta tecnología: en 1968, en un laboratorio japonés, Noriko Umeda –junto a un grupo de colaboradores– desarrolló el primer sistema general de texto-habla en inglés. Fue un importante avance en accesibilidad, ya que esto permitió leer textos a las personas con discapacidad visual o con dificultades de lectura. Por otra parte, en la década de 1970 los dispositivos móviles electrónicos comenzaron a incluir síntesis de voz, como por ejemplo la calculadora parlante para ciegos Speech+ (1976) y, por supuesto, los juegos arcades o juegos educativos como el “Speak & Spell” (1978), que enseñaba a los niños a deletrear más de doscientas palabras.

Las cualidades más importantes de los sistemas de síntesis de voz son: la naturalidad, que describe qué tan cerca de la voz humana está el audio de salida; y la inteligibilidad, que es el grado de entendimiento que tiene el audio. El sintetizador de voz ideal es tanto natural como inteligible.

En la actualidad, los sintetizadores de voz más usados son generados por complejos algoritmos informáticos o redes neuronales, permitiendo tener voces muy naturales, mejor entonación y énfasis; algunas de estas voces hasta cantan. Además, estos pueden ser hardware o software.

Hoy nos parece natural escuchar a un GPS indicándonos el camino para llegar a un lugar, a un ascensor que nos habla para anunciar el piso o a un tren o subterráneo que informa el lugar donde se detuvo. Esta tecnología TTS permitió no depender tanto de la vista, y posibilitó que todos podamos recibir, de diferentes formas, la misma información del entorno. Contribuyó con la movilidad de las personas con discapacidad visual, quienes pudieron acceder a la información necesaria para geolocalizarse. Y permitió a millones de personas acceder a la educación y a la cultura, porque facilitó el acceso a la lectura de libros, generando mayor inclusión laboral y educativa.

El uso de un software lector de pantalla (que utiliza la tecnología TTS) permite a las personas con discapacidad visual leer textos en computadoras, celulares, relojes inteligentes (smart watch) o televisores (smart TV), jugar, comunicarse por chat o email, usar redes sociales, incluirse en el trabajo en oficinas o en teletrabajo, y así disminuir la brecha social y favorecer la inclusión.

Muchas grandes empresas han incluido estas tecnologías en diferentes dispositivos, como los parlantes inteligentes (smart speaker), que por medio de comandos de voz permiten a los usuarios recibir información del clima, la hora, sus mensajes, información de su calendario. También facilitan el envío de mensajes o realizar llamadas por Internet a aquellas personas que no saben usar una computadora, de una manera tan sencilla como decir: “llama a mi hija” o “manda un mensaje a mi hermano”. Esto ha logrado incluir, también, a los adultos mayores en el mundo tecnológico, permitiéndoles acceder a la comunicación por Internet y ser parte de estos avances.

Estas herramientas fueron desarrolladas por equipos multidisciplinarios de corporaciones multinacionales, por lo cual no siempre estas tecnologías fueron asequibles para todos. Entonces, uno de los principales desafíos era cómo masificar y hacer que estos avances mejoraran la calidad de vida. Lograrlo representó no solamente hacer dispositivos más económicos, al alcance de todas las economías, sino también crear el API (protocolo de comunicación entre software), que permite comunicar diferentes sistemas, generando así facilidad para incluir estas tecnologías en desarrollos más complejos. Esto dio lugar al avance de la Internet de las Cosas (IoT, por sus siglas en inglés –Internet of Things–), una tecnología que agrega sensores a los objetos que se interconectan e intercambian datos con otros dispositivos y sistemas a través de Internet. Estos dispositivos van desde objetos que nos rodean en casa, en la calle o en la oficina, hasta herramientas industriales.

Así, podemos pensar en heladeras que nos indican cuando nos quedamos sin un alimento en particular, cocinas que se encienden a la hora y con la temperatura que les indicamos, robots de cocina o cafeteras que preparan nuestro desayuno a la hora en que nos despertamos. Estos objetos nos pueden ayudar a cubrir necesidades particulares, dado que los podemos personalizar y ajustarlos a nuestras preferencias, y generar un espacio físico más accesible.

Ahora la tecnología está acompañándonos en todos lados, es parte de nuestro entorno y de nuestro día a día, pero al masificarse nos encontramos con nuevos desafíos: ¿Cómo generar un “entorno accesible”? Y para responder esa pregunta, tenemos que entender qué es un entorno accesible.

Podemos decir que un entorno accesible es aquel diseñado o mejorado de forma que cualquiera participa de él en igualdad de condiciones, independientemente de su edad o de sus limitaciones físicas o psíquicas. Un entorno smart sin criterios de accesibilidad podría incluso agrandar la brecha digital y social, ya que diseñar experiencias de usuarios sin tener en cuenta la accesibilidad haría que una persona que no conozca el idioma, una persona adulta mayor o una persona con discapacidad no puedan usar la aplicación, acceder a su menú y configuraciones, activar su perfil o gestionarlo. O que estos dispositivos no tengan una forma de emitir una señal de socorro cuando se produce un accidente doméstico. Podríamos pensar que lo ideal sería que un robot de limpieza pudiera identificar que algo no está bien en la casa si una persona está teniendo un ataque epiléptico o se encuentra en el suelo. Muchas de estas tecnologías no tienen estos parámetros de accesibilidad en la actualidad, pero con la Inteligencia Artificial se espera que pronto los puedan incluir.

Incluir inteligencia en muchos de los objetos que nos rodean (aplicar IoT) ha impactado positivamente en la accesibilidad, ya que se han desarrollado dispositivos especialmente pensados para personas con discapacidad. Algunos de ellos son: la pulsera que identifica objetos cercanos y hasta brinda información geolocalizada o de tiendas cercanas; gafas que permiten identificar caras, leer libros, encontrar objetos, identificar colores, todo para ayudar a las personas ciegas. Una persona sorda también puede utilizar IoT para recibir señales visuales y con colores para identificar cuando suena el timbre, se activa una alarma o llora un bebé. Cerraduras, puertas, luces y persianas inteligentes que se abren o se accionan por comandos de voz o aplicaciones móviles permiten a las personas con discapacidad motriz o adultos mayores controlar la casa con autonomía y seguridad.

Además, la IoT no solo ha sido aplicada a la discapacidad, sino que ya está en nuestra vida cotidiana mejorando y generando cambios en el mundo, obteniendo información para mejorar la calidad de vida de las personas. Por ejemplo, en Chicago existe una red de sensores que distribuye información en tiempo real sobre la calidad del aire o el tiempo atmosférico. En Oslo pensaron en luces que se encienden o apagan cuando pasan peatones. En Barcelona hay contenedores inteligentes que avisan cuando están llenos para activar la recogida de residuos y así optimizar la planificación de la recolección. Y en estacionamientos de Montpellier (Francia) colocaron sensores que a través de una aplicación avisan a los conductores cuando un espacio queda libre.

Actualmente en el mundo, un 15% de la población vive con algún tipo de discapacidad y otro tanto tiene dificultades al utilizar la tecnología. Todas estas necesidades especiales deben ser exploradas y analizadas. Es fundamental que al desarrollar la IoT, aplicaciones y dispositivos sean creados pensando en el diseño universal y garantizando la privacidad de los usuarios, cuidando el carácter sensible de los datos recogidos. Para que estos diseños sean más inclusivos no deben ser adaptados luego de su creación, con parches que no garantizan la plena accesibilidad. Por el contrario, se debe incorporar a personas con discapacidad en los equipos de desarrollo y Testing, para lograr una mejor experiencia de usuario desde el mismo momento de la creación. Hacer que un producto sea accesible desde todas sus fases –uso, aplicación, conexión, lectura de documentación– hará que todos podamos usarlo sin dificultades.

Para una persona con discapacidad contar con tecnología accesible se traduce en mayor seguridad, movilidad e independencia, elementos fundamentales para una mayor autonomía en la vida diaria.

La personalización logra una adaptación de cada uno de esos entornos, permite conseguir un producto adaptado a las formas de uso y necesidades de cada usuario. En este sentido, resulta importante destacar otra tecnología que hoy está generando nuevas realidades, la impresión 3D.

¿Cómo funcionan las impresoras 3D? Funcionan como las impresoras de chorro de tinta, pero en vez de tinta, depositan el material deseado en una serie de capas sucesivas para crear un objeto, que puede ser de plástico u otros materiales. Esta tecnología ha mejorado la vida cotidiana de muchas personas con discapacidad, ya que permite crear objetos y servicios para un uso sencillo y adaptado a todo tipo de discapacidades, como prótesis, soportes educativos, audífonos, y muchos otros.

Además, permite adaptar manijas o elementos cotidianos de la casa y obtener vehículos o prótesis personalizados y a medida, no solo para que sean más cómodos para quien los use, sino también estéticamente más agradables para lograr una mayor aceptación e integración.

También se ha logrado personalizar audífonos para mejorar su ergonomía al oído y su estética, mejorando la calidad de vida y la integración en la sociedad.

En el caso de la discapacidad visual, brinda la posibilidad de hacer distintas figuras gráficas en relieve para poder estudiar, para poder conocer obras de arte, la geografía de ciudades o la estructura de edificios. Y otro proyecto interesante a destacar en esta línea es aquel con el que se realizan en 3D las ecografías, permitiendo a padres ciegos conocer a sus hijos antes de nacer.

Muchos de estos modelos 3D son compartidos gratuitamente o a un costo asequible por Internet, lo cual permite conseguir los diseños hechos en otros países, probarlos y colaborar en las mejoras de los mismos. Hay muchas redes sociales donde se reúnen especialistas para participar en proyectos de impacto social utilizando la impresión 3D.

El futuro es hoy, es apropiarnos de estas tecnologías, es comprometernos con empresas, gobiernos, centros académicos y científicos para que estas tecnologías no generen brechas en la sociedad sino una mayor inclusión. Nosotros somos quienes podemos ayudar a que se generen buenas prácticas de desarrollo, prácticas que nos incluyan a todos. Que estas nuevas tecnologías mejoren nuestra calidad de vida, logrando creaciones con diseño universal, haciendo que la discapacidad no sea el factor de “no poder” usar la tecnología, sino que la tecnología sea la que nos incluya, la que nos permita estudiar, entretenernos, trabajar, unirnos. Todos podemos participar dejando nuestra opinión o experiencia de uso para que cada dispositivo se mejore tomando en cuenta todas las necesidades. Seamos parte del futuro, y logremos mayor accesibilidad e inclusión. El futuro es un mundo en el que todos tengamos igualdad de oportunidades, y donde la tecnología nos una.